jueves, 18 de diciembre de 2008
jueves, 11 de diciembre de 2008
viernes, 14 de noviembre de 2008
jueves, 13 de noviembre de 2008
jueves, 30 de octubre de 2008
biografia de
la venganza del condor
VENTURA GARCIA CALDERON
BIOGRAFIA
nació en Paris (Francia),donde residía su padre luego del penoso cautiverio que sufriera en chile.murio en Paris en 1959,después de ocupar diversos cargos diplomáticos representado al Perú .a el se debe la preparación de una de las colecciones mas importantes editadas en el país :la biblioteca de cultura peruana .
esta considerado como uno de nuestros modernistas mas representativos.en sus escritos se aprecia su formación básicamente europea y de gustos exquisitos .mostró gran dominio de la técnica del cuento ,además fue un refinado prosista .entre sus obras la mas difundidad es “la venganza del cóndor ” libro que consta de 24 cuentos y cuya lugar de estenografía es el mundo selvático y la parte de la sierra aunque sin interiorizarse con propiedad en la problemática social y cultural del país .
ventura garcía calderón es un hito imprescindible en la historia literaria del Perú y su nombre y su obra debe estar siempre presentes en nosotros .no es posible que se olvide a tan ilustre escritor que con gran conociendo escribió cada pasaje del indio el trato de los jefes para con sus esclavos y muchas cosas mas .perteneciente ala generación novecentista , vivió como los otros miembros de su familia ,bajo el signo idealista del rodó .equivocándose o quedándose retrasado en muchos aspectos de la interpretación del mundo y del plano político literario del presente .garcía calderón ,como todos sus compañeros ,tuvo una arribada filosofis de bergson, estudio el paisaje y la historia del Perú con un afán en que se mezclaba la emoción sensible del “modernismo” alas teorías que ,los positivistas habían dejado regadas en el suelo de sus continuadores n los “idealistas” de comienzos del siglo XX,y manejo, como ellos ,una prosa elegante y barroca.
VENTURA GARCIA CALDERON
BIOGRAFIA
nació en Paris (Francia),donde residía su padre luego del penoso cautiverio que sufriera en chile.murio en Paris en 1959,después de ocupar diversos cargos diplomáticos representado al Perú .a el se debe la preparación de una de las colecciones mas importantes editadas en el país :la biblioteca de cultura peruana .
esta considerado como uno de nuestros modernistas mas representativos.en sus escritos se aprecia su formación básicamente europea y de gustos exquisitos .mostró gran dominio de la técnica del cuento ,además fue un refinado prosista .entre sus obras la mas difundidad es “la venganza del cóndor ” libro que consta de 24 cuentos y cuya lugar de estenografía es el mundo selvático y la parte de la sierra aunque sin interiorizarse con propiedad en la problemática social y cultural del país .
ventura garcía calderón es un hito imprescindible en la historia literaria del Perú y su nombre y su obra debe estar siempre presentes en nosotros .no es posible que se olvide a tan ilustre escritor que con gran conociendo escribió cada pasaje del indio el trato de los jefes para con sus esclavos y muchas cosas mas .perteneciente ala generación novecentista , vivió como los otros miembros de su familia ,bajo el signo idealista del rodó .equivocándose o quedándose retrasado en muchos aspectos de la interpretación del mundo y del plano político literario del presente .garcía calderón ,como todos sus compañeros ,tuvo una arribada filosofis de bergson, estudio el paisaje y la historia del Perú con un afán en que se mezclaba la emoción sensible del “modernismo” alas teorías que ,los positivistas habían dejado regadas en el suelo de sus continuadores n los “idealistas” de comienzos del siglo XX,y manejo, como ellos ,una prosa elegante y barroca.
analisi literario
analisis literario
Epoca: contemporanea
Movimiento literario: arielismo
Generación literaria: novecentista
Genero liteario: narrativo (cuento, crónica), teatro, critica.
Seudónimo:”Jaime landa”
Obras
Cuentos
_”dolorosa y desnuda realidad”
_”la venganza del cóndor”
_”cuentos peruanos”
_”danger de mort”
_”vírgenes rentis americanos”
_”los mejores cuentos americanos”
Crónica
_”vale un Perú”
_”sonrisas de Paris”
_”la perricholi”
_”instantes del Perú”
_”bajo el clamor de las sirenas”
_”aguja de marear”
_”nosotros”
Teatro
_”ella y yo”
_”holofernes”
_”la vie est elle un songe”
Critica
_ » del romanticismo al modernismo»
_”parnaso peruano”
_”la literatura peruana”
_”semblanzas de América”
_poesías
_”Jaime landa”
_”frívolamente”
_”cantinelas”
Epoca: contemporanea
Movimiento literario: arielismo
Generación literaria: novecentista
Genero liteario: narrativo (cuento, crónica), teatro, critica.
Seudónimo:”Jaime landa”
Obras
Cuentos
_”dolorosa y desnuda realidad”
_”la venganza del cóndor”
_”cuentos peruanos”
_”danger de mort”
_”vírgenes rentis americanos”
_”los mejores cuentos americanos”
Crónica
_”vale un Perú”
_”sonrisas de Paris”
_”la perricholi”
_”instantes del Perú”
_”bajo el clamor de las sirenas”
_”aguja de marear”
_”nosotros”
Teatro
_”ella y yo”
_”holofernes”
_”la vie est elle un songe”
Critica
_ » del romanticismo al modernismo»
_”parnaso peruano”
_”la literatura peruana”
_”semblanzas de América”
_poesías
_”Jaime landa”
_”frívolamente”
_”cantinelas”
la venganza del condor I
La venganza del cóndor
Nuca he sabido despertar a un indio a puntapiés.Quiso enseñarme este arte triste, en un puerto del Perú, el capitán Gonzáles, que tenía tan lindo látigo con puño de oro y un jeme de plomo por cortera.
_pedazo de animal_ vociferaba el capitán atusandose los bigotes donjuanescos_. Así son todos estos bellascos.Le ordene que ensillara a las cinco de la mañana y ya lo ve usted, durmiendo como un cochino a las siete .yo, que tengo que llegar a Huaraz en dos días…
El indio dormía vestido a la intemperie con la cabeza sobre una vieja silla de montar.Al primer contacto del pie, se irguió en vilo, desesperandose.nunca he sabido si nos miran bajo el castigo, con ira o con acatamiento. Mas como el tardara un tanto en despertar a este mundo de su dolor cotidiano, él militar le rasgo la frente de un latigazo.El indio y yo nos estremecimos; el, por la sangre que goteaba todavía en el espíritu prejuicios sentimentales de bachiller. Detuve del brazo a este hombre enérgico y evite la segunda hemorragia
_!badajo!_repetía el verdugo, mirandome con ojos severos.Asi hay que tratar a estos barbaros.usted no sabe, doctor.
El capitán Gonzáles me había conferido el grado universitario al ver mis botas relucientes, mi poncho nuevo, que no curtieron los vientos, y estas piedades candidas de limeño. Anoche mismo, después de ganarme, en la pobre fonda del puerto, cinco libras peruanas al chaquete, me adoptaba ya con una sonrisa paternal, diciendo:<>.
Tuve que admirar por largo rato el tejido habilísimo de aquel<>de junco que iba estrechándose al terminar en un cono de bala. En los flancos de las bestias y de los indios aquello era sin duda irresistible.
Resonaba otra vez en el patio de la fonda la voz marcial:
¿y el pellon negro ,socalla?si no te apuras vas a probar cosa rica
_ya trayendo, taita (padre o señor).
El indio se hundió en el pesebre en busca del pellon que no vino jamas.Diez, diez, veinte , treinta minutos ,,que provocaron, en un crescendo de orquesta ,la mas variada explosión de invectivas: dios y la virgen se mezclaban en los labios del capitán a interjecciones criollas como en los ritos de las brujas serranas. Pero el ordenanza y guía insuperable no pudo ser bailado en todo el puerto.Por lo cual el capitán Gonzáles se marcho solo, anunciando futuros castigos y desastres.
<>, me había aconsejado el posadero;y dilate mi partida pretextando algunas compras. Dos horas después, al ensillar mi soberbia mula andariega, un pellejo de carnero vino a mí encuentro y de su pelambre polvoriento salio una cabeza despeinada que murmuro:
_si queres contigo ,taita.
¡Vaya si quería! era el indio perdido y castigado.
Por una hora yo también buscado guíame indicara los malos pasos de la sierra y se apeara para restaurar el brevísimo camino entre el abismo y las rocas que una galga de piedras o las lluvias podían deshacer en segundos.
Asentí sin fijar precio. El indio me explico en su media lengua que lo hallaría a las puertas del poblacho. Me detenía en una choza a pedir un mate de aquella horaciana chicha de jora que tanto alivia el ánimo, cuando le vi. llegar, caballero en una jaca derrengada, pero mas animosa que mi mula de lujo y sin hablar ,sin mas tratos, aquel guía providencial comenzó a precederme por atajos y montes, trayéndome, cuando el sol quemaba las extrañas ,el cuenco de chicha refrigerante o el maíz reventado al fuego al fuego ,aquella tierna cancha algodonada . Confieso que no hubiera sabido nunca disponer en un tambo del camino con los ponchos, el pellon y la silla de montar tan blando lecho como el que disfrute aquella noche.
Pero al siguiente día el viaje fue más singular.
Servicial y humilde, como siempre, mi compañero se detenía con demasiada frecuencia en la puerta de cada choza del camino, como pidiendo noticias en su dulce lengua quechua .las indias ,al alcanzarme el porongo de chicha, me miraban atentamente y pareciome advertir en sus ojos una simpatía inesperada!Pero quien puede adivinar lo que ocurre en el alma de estas siervas adoloridas !dos o tres veces el guía salio de mutismo para contarme, el lenguaje aniñado, esas historias que espeluznan al caminante .cuentos ingenuos de viajeros que ruedan al abismo porque una piedra se desgaja súbitamente de la montaña andina.<>,en la quebrada agudísima ,las osamentas lavadas por la espuma del rió.
Sin querer confesarlo, yo comenzaba a estar impresionado. Los andes son en la tarde vastos túmulos grises y la bruma que asciende de las punas violetas a los picachos nevados me estremecía como una melancolía visibles el flanco de las gigantescas vértebras aquel camino rebañado en la piedra y en vecino a la hondonada mortal parecía llevarnos, como en las antiguas alegorías sagradas, a un paraje siniestro. Pero el mismo indio, que temblaba bajo el rebenque tenia agilidades de acróbata para apearse suavemente por las orejas y llevar del cabestro a mi mula espantadiza que avizoraba el abismo y resbalaba en las piedras, temblorosas .una hora de marcha así pone los nervios al desnudo, y el viento afilado en las rocas parece aconsejar el vértigo .Ya los cóndores familiares de los altos picachos pasaban tan cerca de mi, que el aire desplazado por las alas que quemaba el rostro y vi. sus ojos iracundos.
Llegábamos a un estrecho desfiladero, de donde pude vislumbrar en la parda monotonía de la cadena de montañas la altiplanicie amarillenta con sus erguidos cactus fúnebres.
_tu esperando, taita_murmuro de pronto el guía y se alejo en un santiamén.
Le aguarde en vano, con la carne erizada .palpe el resolver en el cinto, estimulando con la vos a la mula indecisa, que, las orejas al viento, oscilantes como veletas, media el peligro y escuchaba la muerte. Un ruido profundo retembló en la montaña; algo rodaba de la altura .De pronto, a quinces metros de mi, paso un vuelo oblicuo de cóndores, y entonces, distintamente, porque había llegado a un largo del camino, vi. Rebotar con estruendo y polvo en la altura inmediata una masa oscura, un hombre, un caballo talvez, que fue sangrando en las aristas de las peñas hasta teñir el rió espumante, allá abajo.
Estremecido de horror, espere mientras las montañas se enviaron cuatro o cinco veces el eco de aquella catarata mortal. Un cono invertido de alas pardas giraba como una tromba sobre los cadáveres.
Mas agachado que nunca, deslizándose con el paso furtivo de las viscachas, hete aquí al bellaco de mi guía que coge a mi mula del cabestro y murmura con voz doliente, como si suspirara:
_tu viendo, taita, al capitán.
¿El capitán? abrí los ojos entontecidos .el indio me espiaba con su mirada indescifrable; y como yo quisiera, saber muchas cosas a la vez, me explico en su media lengua que a veces, taita, los insolentes cóndores rozan con el ala el hombro del viajero en un principio .Se pierde el equilibrio y se rueda al abismo.
Así había ocurrido con el capitán Gonzáles, <>se santiguo quitándose el ancho sombrero de fieltro, para probarme que solo decía la verdad. Con ademanes de brujo me designaba las grandes aves concéntricas que estaban ya devorando presa.
Yo no inquirí mas, porque estos son secretos de mi tierra que los hombres de su raza no saben explicar al hombre blanco. Tal vez entre ellos y los cóndores existe un pacto oscuro para vengarse de los intrusos que somos nosotros. Pero de este guía incomparable que me dejo en la puerta de Huaraz, rehusando todo salario, después de haberme besado las manos, aprendí que es imprudente algunas veces afrenar con un lindo látigo la resignación de los vencidos.
Nuca he sabido despertar a un indio a puntapiés.Quiso enseñarme este arte triste, en un puerto del Perú, el capitán Gonzáles, que tenía tan lindo látigo con puño de oro y un jeme de plomo por cortera.
_pedazo de animal_ vociferaba el capitán atusandose los bigotes donjuanescos_. Así son todos estos bellascos.Le ordene que ensillara a las cinco de la mañana y ya lo ve usted, durmiendo como un cochino a las siete .yo, que tengo que llegar a Huaraz en dos días…
El indio dormía vestido a la intemperie con la cabeza sobre una vieja silla de montar.Al primer contacto del pie, se irguió en vilo, desesperandose.nunca he sabido si nos miran bajo el castigo, con ira o con acatamiento. Mas como el tardara un tanto en despertar a este mundo de su dolor cotidiano, él militar le rasgo la frente de un latigazo.El indio y yo nos estremecimos; el, por la sangre que goteaba todavía en el espíritu prejuicios sentimentales de bachiller. Detuve del brazo a este hombre enérgico y evite la segunda hemorragia
_!badajo!_repetía el verdugo, mirandome con ojos severos.Asi hay que tratar a estos barbaros.usted no sabe, doctor.
El capitán Gonzáles me había conferido el grado universitario al ver mis botas relucientes, mi poncho nuevo, que no curtieron los vientos, y estas piedades candidas de limeño. Anoche mismo, después de ganarme, en la pobre fonda del puerto, cinco libras peruanas al chaquete, me adoptaba ya con una sonrisa paternal, diciendo:<
Tuve que admirar por largo rato el tejido habilísimo de aquel<
Resonaba otra vez en el patio de la fonda la voz marcial:
¿y el pellon negro ,socalla?si no te apuras vas a probar cosa rica
_ya trayendo, taita (padre o señor).
El indio se hundió en el pesebre en busca del pellon que no vino jamas.Diez, diez, veinte , treinta minutos ,,que provocaron, en un crescendo de orquesta ,la mas variada explosión de invectivas: dios y la virgen se mezclaban en los labios del capitán a interjecciones criollas como en los ritos de las brujas serranas. Pero el ordenanza y guía insuperable no pudo ser bailado en todo el puerto.Por lo cual el capitán Gonzáles se marcho solo, anunciando futuros castigos y desastres.
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¡Vaya si quería! era el indio perdido y castigado.
Por una hora yo también buscado guíame indicara los malos pasos de la sierra y se apeara para restaurar el brevísimo camino entre el abismo y las rocas que una galga de piedras o las lluvias podían deshacer en segundos.
Asentí sin fijar precio. El indio me explico en su media lengua que lo hallaría a las puertas del poblacho. Me detenía en una choza a pedir un mate de aquella horaciana chicha de jora que tanto alivia el ánimo, cuando le vi. llegar, caballero en una jaca derrengada, pero mas animosa que mi mula de lujo y sin hablar ,sin mas tratos, aquel guía providencial comenzó a precederme por atajos y montes, trayéndome, cuando el sol quemaba las extrañas ,el cuenco de chicha refrigerante o el maíz reventado al fuego al fuego ,aquella tierna cancha algodonada . Confieso que no hubiera sabido nunca disponer en un tambo del camino con los ponchos, el pellon y la silla de montar tan blando lecho como el que disfrute aquella noche.
Servicial y humilde, como siempre, mi compañero se detenía con demasiada frecuencia en la puerta de cada choza del camino, como pidiendo noticias en su dulce lengua quechua .las indias ,al alcanzarme el porongo de chicha, me miraban atentamente y pareciome advertir en sus ojos una simpatía inesperada!Pero quien puede adivinar lo que ocurre en el alma de estas siervas adoloridas !dos o tres veces el guía salio de mutismo para contarme, el lenguaje aniñado, esas historias que espeluznan al caminante .cuentos ingenuos de viajeros que ruedan al abismo porque una piedra se desgaja súbitamente de la montaña andina.<
Sin querer confesarlo, yo comenzaba a estar impresionado. Los andes son en la tarde vastos túmulos grises y la bruma que asciende de las punas violetas a los picachos nevados me estremecía como una melancolía visibles el flanco de las gigantescas vértebras aquel camino rebañado en la piedra y en vecino a la hondonada mortal parecía llevarnos, como en las antiguas alegorías sagradas, a un paraje siniestro. Pero el mismo indio, que temblaba bajo el rebenque tenia agilidades de acróbata para apearse suavemente por las orejas y llevar del cabestro a mi mula espantadiza que avizoraba el abismo y resbalaba en las piedras, temblorosas .una hora de marcha así pone los nervios al desnudo, y el viento afilado en las rocas parece aconsejar el vértigo .Ya los cóndores familiares de los altos picachos pasaban tan cerca de mi, que el aire desplazado por las alas que quemaba el rostro y vi. sus ojos iracundos.
Llegábamos a un estrecho desfiladero, de donde pude vislumbrar en la parda monotonía de la cadena de montañas la altiplanicie amarillenta con sus erguidos cactus fúnebres.
Le aguarde en vano, con la carne erizada .palpe el resolver en el cinto, estimulando con la vos a la mula indecisa, que, las orejas al viento, oscilantes como veletas, media el peligro y escuchaba la muerte. Un ruido profundo retembló en la montaña; algo rodaba de la altura .De pronto, a quinces metros de mi, paso un vuelo oblicuo de cóndores, y entonces, distintamente, porque había llegado a un largo del camino, vi. Rebotar con estruendo y polvo en la altura inmediata una masa oscura, un hombre, un caballo talvez, que fue sangrando en las aristas de las peñas hasta teñir el rió espumante, allá abajo.
Estremecido de horror, espere mientras las montañas se enviaron cuatro o cinco veces el eco de aquella catarata mortal. Un cono invertido de alas pardas giraba como una tromba sobre los cadáveres.
Mas agachado que nunca, deslizándose con el paso furtivo de las viscachas, hete aquí al bellaco de mi guía que coge a mi mula del cabestro y murmura con voz doliente, como si suspirara:
_tu viendo, taita, al capitán.
¿El capitán? abrí los ojos entontecidos .el indio me espiaba con su mirada indescifrable; y como yo quisiera, saber muchas cosas a la vez, me explico en su media lengua que a veces, taita, los insolentes cóndores rozan con el ala el hombro del viajero en un principio .Se pierde el equilibrio y se rueda al abismo.
Así había ocurrido con el capitán Gonzáles, <>se santiguo quitándose el ancho sombrero de fieltro, para probarme que solo decía la verdad. Con ademanes de brujo me designaba las grandes aves concéntricas que estaban ya devorando presa.
Yo no inquirí mas, porque estos son secretos de mi tierra que los hombres de su raza no saben explicar al hombre blanco. Tal vez entre ellos y los cóndores existe un pacto oscuro para vengarse de los intrusos que somos nosotros. Pero de este guía incomparable que me dejo en la puerta de Huaraz, rehusando todo salario, después de haberme besado las manos, aprendí que es imprudente algunas veces afrenar con un lindo látigo la resignación de los vencidos.
Murio en su ley
Murio en su ley
Desde las riveras del mar pacifico hasta el <>, que esta en los andes, nadie ha tenido reputacion mas siniestra que aquel don jenaro Montalbán , llamado<>, como sus parientes de la provincia , por el uso abusivo del rifle, pero mas frecuentemente<> por la oreja de menos que le rebañaron los chinos vindicativos en una antigua sublevación peruana. Con <>
Atemorizaban las madres a los niños. <>, decian las gentes, y la provincia entera temblaba su en su erizado y espumante caballo de paso acudia a una pelea de gallos. Llegaba, trayendo en su alforja a su Aji seco, tan temido por lo menos como su dueño, un gallo desplumado y feroz,
Invencible en las cancha de los contornos. Un entusiasmo temeroso encendia a los gañanes cuando, arropado en su poncho , don jenaro los hipnotizaba con aquella mirada magnifica bajo las cejas frondosas, exclamando:
_!cincuenta soles de plata al que derrote a mi gallo!
Crispado en el menudo redondel, seguro de la victoria, como su dueño, el gallo media a su rival con el ojo redondo, maliciosamente, y de un salto brusco tajaba la cabeza con la navaja atada en el espolo. Don jenaro recompensaba entonces al propietario de la victima , murmurando con respeto;
¡murio en su ley!
Le enfadaban unicamente los gallos que eludian el combate y los perseguia fuera del redondel con su revolver. Asi, decian las gentes del pais, habia perseguido a sus parientes. Porque una version misteriosa como las querellas de la clasica antigüedad iba acabando con la raza de los Montalbán hermosa y bravia de jinetes rencorosos , que se exterminaban impune y recíprocamente por querellas de agua de riego o de politica, en la sociedad de un cañaveral ¡quien iba a condenarlos, si eran ellos los caciques del departamento,diputados o senadores que con la amenaza de revolucion hacian temblar en lima a los en lima a los presidentes! Pero ninguno se habia aborrecido tanto como jenaro y su primo jacinto, poderoso hacendado tambien. Desde veinte años atrás, esta lucha abierta era el drama popular de la provincia. Se perseguian a balazos por una carretera; dos o tres veces, capitaneando la peonada a caballo, se invadieron mutuamente las haciendas; y con algun emisario secreto, se envenenaban periódicamente el agua de una tinaja. La provincia, dividida en jacintistas y jenarista, miraba con asombro aquel encono perdurable y sin causa aparente . solo loss viejos peones de las haciendas, los negros <> y casi brujos que saben donde estan escondidos los tesoros de los
<> y por que la viuda blanca salta al caballo del viajero nocturno para clavarlo las uñas corno aquijonee, solo los viejos muy canosos podian contar que hace tanto tiempo, mi amito don jenaro hallo en una cabaña de pescadores, junto al mar ; asu joven esposa en brazos del primo jacinto. Casi desnudo, a galope, pudo este huir sin que nadie; pero la esposa de don jenaro Montalbán, la suave y palida Clorinda que lloraba sin termino, fue atada como estuvo, sin mas que vestidos que sus cabellos, en el lomo de la cabadura y llevada asi a l hacienda. Los peones del camino vieron pasar el cortejo lento con un asombro creciente, que iba aser terror en toda la comarca.Don jenaro llevo de la brida al caballo hasta el edificio de la molienda, y en la inmensa paila en que hierve el moreno zumo de la caña de azucar a pesar de los llantos clamorosos y de las indias que se arrastraban de rodillas implorando la clemencia del amo arrojo a su romantico amor. En la palia fue quemada vivia doña Clorinda de Montalbán, y durante dos años por lo menos nadie quiso probar azucar que parecia tener sabor a sangre.
Aquel don jenaro , tan buen mozo, que ostentaba en la feria los mejores caballos de paso, los ponchos de relumbron y esos sombreros de catacaos tan sutiles que solo pueden tejerlos manos de mujer en una noche de luna, acabo por ser este viejo mugriento de cejas foscas y poncho negro, gallero insigne y amparador de handidos.
Estaba en su ley observaban las gentes con esa ruda justicia de mi tierra .jue culpa de la finadita que falto ,pues ,señor. El agarro y se desgracio quedaron parejos. El gallo tiene su espoldon.
Asi decian, añadiendo un ¡pobre don jenaro!
Los peones ancianos para explicar la ruina de aquella vida. Con los años parecia relajarse su crueldad antigua. Yano ataba alos culpables del mas simple delito con un cepo de clavos que hacia ulular toda la noche. Y cuando circulo por las haciendas comarcanas la noticia que estaba muriendo, la compasión fue general. Pero noticias mas estrañas acrecentaron la curiosidad y la simpatia. Se estaba arrepintiendo al cabo el temblor autor de tanta fechjoria , el viejo hereje que que instalara en la capilla de la hacienda una cancha de gallos . Habia pedido confesion; y como el peniente era de fuste, el reverendon obispo del departamento no vacilo en cabalgar dos dias para traer los santos oleos.
Tal extrema uncion fue , por supuesto, una de las mas ejemplares fiestas de la provincia. En los curatos lejanos se decian misas por don jenaro y el alma romantica de las gentes se entussismaban con la santidad de aquel epilogo. Milagro fue santo rosa, que en su capilla del carmen alto, circundaba de cañaverales de azucar, parecia mudar toda dulzura ambiente en un irresistible don metifico. Por las noches, cuando pasaban las carretas los gañanes detentan los bueyes para dejar en la capilla la flor que llaman<>. Junto a la casa de lka hacuienda se habian visto luces rojas en la noche.
<>,aseguraban los cortadores de caña ,besandose el pulgar y el indice cruzados. Era mandinga, era el diablo el que venia a llevarse el alma prometida; pero en su lucha con la santa, este habia vencido de tan celeste manera que don jenaro manifesto el deseo de ver , antes morir, asu primo jacinto para perdonar los rencores pasados. Al saberse el proyecto de reconciliación sublime, la provincia entera tuvo el estusiamo de un espectador de quinto acto. El lunes con el alba, en medio de repiques de campanadas,salio el obispo a tamboran, el fundo del primo jacinto, y el martes por la tarde su regreso fue triunfal en el patio de la hacienda, decoraddo con arcos y guirnarldas.
Vestidos de fiesta,los peones esperaban la bendicion como en las romerias.
Sin descalzar espuelas ni quitarse el poncho, don jacinto Montalbán avanzo,procedido por el obispo, al cuarto en donde el primo jenaro exhalaba a trechos un quejido anhelante con la mano crispada en el corazon.
Jacinto dijo el moribundo, desde el solemme lecho colonial entreanbriendo los ojos, te he llamdo para que me perdones.
Con voz asmatica explicaba el pasado, se sinceraba, mezclando a dios y los santos, y concluyo diciendo ¡Dame un abrazo hermanito!
En el cuarto obscuro rezaban algunos servidores ¡Jesús maria y jose!,gimio una vieja, estremiendose y besando el suelo por humildad. Dos voces de mulatos sollozaron <>conmovido tambien, jacinto se inclino sobre el lecho para dar el abrazo de paz; pero retrocedio bruscamente. El viejo se habia erguido a medias; el revolver que ocultaba en las sabanas brillo un momento en sus manos inhábiles y cayo al suelo con un ruido fúnebre. La voz de don jenaro, enroquecida por la agonia, silabeo entonces ,con desaliento :
No puedo ¡hijo de… perra!
Estaba muerto ya, y tan pavorosa expresión reflejaban los ojos vidriosos, que el mayordomo de la hacienda le tendio sobre el rostro un pañuelo de colres. El obispo y sus familiares rodearon con estupor indignada a don jacinto Montalbán, excusandose de lo ocurrido,temiendo talvez que los creyeran complices en la emboscada aviesa. Su ilustrisima acompaño hasta el caballo a don jacinto silencioso y ceñudo. Pero cuadno este se hubo afianzando en los estribos de cajon, le creyeron que murmuraba con un asombro respetuoso ante aquel rencor magnifico:
¡pobre don jenaro! ¡ murio en su ley!
Desde las riveras del mar pacifico hasta el <
Atemorizaban las madres a los niños. <
Invencible en las cancha de los contornos. Un entusiasmo temeroso encendia a los gañanes cuando, arropado en su poncho , don jenaro los hipnotizaba con aquella mirada magnifica bajo las cejas frondosas, exclamando:
Crispado en el menudo redondel, seguro de la victoria, como su dueño, el gallo media a su rival con el ojo redondo, maliciosamente, y de un salto brusco tajaba la cabeza con la navaja atada en el espolo. Don jenaro recompensaba entonces al propietario de la victima , murmurando con respeto;
¡murio en su ley!
Le enfadaban unicamente los gallos que eludian el combate y los perseguia fuera del redondel con su revolver. Asi, decian las gentes del pais, habia perseguido a sus parientes. Porque una version misteriosa como las querellas de la clasica antigüedad iba acabando con la raza de los Montalbán hermosa y bravia de jinetes rencorosos , que se exterminaban impune y recíprocamente por querellas de agua de riego o de politica, en la sociedad de un cañaveral ¡quien iba a condenarlos, si eran ellos los caciques del departamento,diputados o senadores que con la amenaza de revolucion hacian temblar en lima a los en lima a los presidentes! Pero ninguno se habia aborrecido tanto como jenaro y su primo jacinto, poderoso hacendado tambien. Desde veinte años atrás, esta lucha abierta era el drama popular de la provincia. Se perseguian a balazos por una carretera; dos o tres veces, capitaneando la peonada a caballo, se invadieron mutuamente las haciendas; y con algun emisario secreto, se envenenaban periódicamente el agua de una tinaja. La provincia, dividida en jacintistas y jenarista, miraba con asombro aquel encono perdurable y sin causa aparente . solo loss viejos peones de las haciendas, los negros <
<
Estaba en su ley observaban las gentes con esa ruda justicia de mi tierra .jue culpa de la finadita que falto ,pues ,señor. El agarro y se desgracio quedaron parejos. El gallo tiene su espoldon.
Asi decian, añadiendo un ¡pobre don jenaro!
Los peones ancianos para explicar la ruina de aquella vida. Con los años parecia relajarse su crueldad antigua. Yano ataba alos culpables del mas simple delito con un cepo de clavos que hacia ulular toda la noche. Y cuando circulo por las haciendas comarcanas la noticia que estaba muriendo, la compasión fue general. Pero noticias mas estrañas acrecentaron la curiosidad y la simpatia. Se estaba arrepintiendo al cabo el temblor autor de tanta fechjoria , el viejo hereje que que instalara en la capilla de la hacienda una cancha de gallos . Habia pedido confesion; y como el peniente era de fuste, el reverendon obispo del departamento no vacilo en cabalgar dos dias para traer los santos oleos.
Tal extrema uncion fue , por supuesto, una de las mas ejemplares fiestas de la provincia. En los curatos lejanos se decian misas por don jenaro y el alma romantica de las gentes se entussismaban con la santidad de aquel epilogo. Milagro fue santo rosa, que en su capilla del carmen alto, circundaba de cañaverales de azucar, parecia mudar toda dulzura ambiente en un irresistible don metifico. Por las noches, cuando pasaban las carretas los gañanes detentan los bueyes para dejar en la capilla la flor que llaman<
Vestidos de fiesta,los peones esperaban la bendicion como en las romerias.
Sin descalzar espuelas ni quitarse el poncho, don jacinto Montalbán avanzo,procedido por el obispo, al cuarto en donde el primo jenaro exhalaba a trechos un quejido anhelante con la mano crispada en el corazon.
Jacinto dijo el moribundo, desde el solemme lecho colonial entreanbriendo los ojos, te he llamdo para que me perdones.
Con voz asmatica explicaba el pasado, se sinceraba, mezclando a dios y los santos, y concluyo diciendo ¡Dame un abrazo hermanito!
No puedo ¡hijo de… perra!
¡pobre don jenaro! ¡ murio en su ley!
Yacu_mama
Yacu_mama
En una choza amazónica, aorillas del sonoro ucayali, Jenaro valdivia vio con sorpresa que las prisiones y las balas se acababan. Su fiel servidor, aquel indio convino que tan bien flechaba los monos gordos para convertirlos en manjar blanco manjar exquisito, se marcho, como ellos dicen, a pasear junto dos o tres días de misteriosa excursión por la selva, de donde regresaban con su bondadosa sonrisa domestica, leno de orquídeas sangrientas y de maraposas deslumbradoras del chiquillo .
¡como iba a dejar solo a este hijo de 7 años , que, educado por indios de Loreto, tenia ya vivacidades de salvaje!.
Salio a la orilla del rió y silbo largo rato en vano. En el centro del agua un remolino de burbujas de apareció responderle; pero la empecinada boa no quiso moverse, estaba ahí seguramente durmiendo dirigiendo, en su soledad acuática, el pecari cazado ayer . resignado en fin genaro valdivia cogio el machete y la carabina encerró en la choza a jenarito , a pesar de sus protestas del niño mimado, y lo amonesto severamente:
¡cuidado con salir! Ya regreso. Para consuelo y paz viole al partir una vela y un cartucho de hormigas tostadas que son golosinas de los niños salvaje valdivian no las tenia todas consigo .desde la víspera al sangas un árbol de gaucho le pareció advertir que el tigre le estaba espiando en la espesura . bien conocía los hábitos de la maravillosa bestia de terciopelo , que sigue durmiendo días enteros a su presa y ataca solamente cuando a observado los pasos y agilidad del adversario.
En noches pasadas fumando su cachimba bajo la luna , viera esas dos luces rojas, errantes y alucinantes sobre la ojiva de la tiniebla. Un disparo las dispersa por un momento pero la ronda vuelve , el cauchero, que sueña al aire libre , se dice lanzando bocanadas de humo , con un calosfrio molesto:
“ya esta aquí el tigre esperandome ” . en su canoa , rió abajo, Jenaro pensó que era preferible no alejarse mucho. Recordaba que a dos vueltas del rio hallaria en la “quebradas de las serpientes”, junto a la choza abandonada por los indios witotos huidos del alto guacamayo su admirable y misterioso telegrafo : el manguare. (es un resio tronco oradado con tan estraño arte que , al golpear sus nudos redondos la selva toda resuena a cinco leguas con un rujido.) su servidor le habia enseñado esa clave inalambrica y seguramente algun indio amigo escucharia su mensaje distante; o talvez gutierres el cauchero mas rico de los contornos le despacharia un <> con pertrechos y viveres . llego del espesura a la canoa aquel perfume caliente que embragaba siempre como un flubio de paraíso podrido. Avanzaba la selva en las riveras de su fronda chillona y parlante, coronada en el sombrío vértice por monos y guacamayos tricolores. Un estruendo de menudos loros verdes paso en el viento ,hojas dispersas de un arbol rotos en el uraca. La canoa crujia con un sumbido tropical de flecha o de abejorro. ”sera penoso el regreo”, penso jenaro valdivian undiendo apenas el remo en el agua espumante.
En la solitaria choza el niño empezo a devorar la vela de esperma . en seguida las hormigas tostadas con sabor de empimentado bombom ingles fueron la delicia de un cuarto de hora. La sed empezo a atormentarle energimente queria salir al rio a bañarse en el revalso de la orilla como los niños del pais; jenaro valdivian habia asegurado la carcela de caña con la caparazón de una inmenza tortuga muerta el hercules de 7 años grito en el lenguaje conivoro!yacuraya mama, yacuraya mama! En el rio una frauses tremendas emergieron del agua con un bostezo lento la oscura lñengua en orqueta le bio todavía con molicia la frescura del agua torrencial. Poco a poco el cuerpo de la boa fue surgiendo en la orilla con un suave remolino de hoja tenia 5 metros por lo menos y el color de la oscorrasca . el niño batio palmas y grito alborozado cuando la esplendida bestia vino retozando como un perro domestico pues es en realidad el can y la criada de los niños salvaje. Solo quienes no an vivido en el oriente del peru ignoraran que generosa compañera puede ser si la domestica mabnos habiles. A nadie obedecia como al minusculo tinano jinete de tortugas que le enterraba el puño en las fauces y le raspaba las escamas con una flecha de un coletazo la bestia rampante raspo la concha de la puerta meneandose con garbo de bailarina garpa jenarito grito riendose!upa! la boa lo enrosco en la punta de la cola hasta elevarlo en el techo de la cabaña; pero de pronto volvio la cabeza airada hacia la selva. Se dirigio en vilo como un arbol muerto por sus escamas pasaban un crujido electrico y la cola empezo entonces a latigiar el suelo de la choza con espanto del guacamayo azul que estaba columpiandose en su cadena movil con sus ojos sanjilolentos parecia escuchar,en el profuso clamor de la alvoreda, algun susurro conocido, los monos chillaron.¿en que rincón cercano habia muerto un arbol? . su turba de aves sin abrigo iba buscando otro alero en el vivero de la selva poblada , sobre la rotunda fuga del rio era preciso tener oidos de boa para persivir en tal estruendo el level rasguño de una grras , el tigre la selva dentro de un salto, se agazapo batiendose la cola rabiosamente . como una madre barbara la boa preservo primero al niño derivandole delicadamente en eun rincón polvoriento , la lucha habla como un combate de indios. El felino salto al adversario per sus garras quedo en la red impalpable que hizo crujir las costillas . una garra habia destrozado la lengua serpentina y la bioa adolorida por un minuto enlazo otra ves deshizo el abrazo.un alarido rezono, acabando en un jadeo abrumado. Las sangres salpicaban y ya sola se diviso en el suelo un remolino rojo que fue aquietandose hasta quedar convertido en un chrco de sangre negra .el niño lo habia mirado to con un terror oscuro primero, con alegria de ex`pectador después , seis horas mas tarde, volvio jenaro valdivian y comprendio de una mirada lo pasado abrazo al chiquillo alborozadamente ; `pero enseguida acariciando las fauces muertas de su boa familiar de su criada barbara murmura con ternura:
¡yacuraya mama , pobre yacuraya mama!.
La coca
Apenas hubieron llegado a la puna, el guia indígena quiso volver atrás con un temor inexplicable.
Fue en vano que jacinto vargas le ofreciera la mas reluente de sus libras de oro peruano . el indio designo el sol declinante sobre una montaña andina:
En la nieve de la cumbre tenia color y chorreras de sangre. Como le bastara la ama tan seguro de su muerte corgio en la alforja algunas hojs de coca las matico en un momento hasta que su sabor amargo le hubi indicado el peligro de seguir adelante . sin mayores comentarios volvio grupas espoliando con el talon desnudo su mula, que trotaba sin ruido por esa branda de la puna.
Cuando jacinto vargas alcanzo al galote tuvo que levantar el latigo para que volviera el indio sumiso gimoteando y mostrando la luna pues dentraba ya la noche se detuvieron a dormir en una rruinada cabaña de la cima.
todo el paisaje desamparado de las laderas de los andes se divisaba desde alli ; su vegetación amarillenta y rala hasta las cumbres , que afianzaban su trinchera de sombras contra los ultimos fuegos de la tarde. Un frio subito bajo de la nieve cuando e l dia sehubo apagado.
Envuelto en su poncho como en una frazada, jacinto vargas se tendio en el suelo a dormir, después de haber atrancado la puerta de la choza .
Pero alas dos de la mañana el frio le hizo tiritar y penso, desesperandose que habia cojido una enfermedad llamo al guia en vano despertar aun indio encogido como una momia obra tan difil que se disponia a buscar en la sombr aquinina cuando noto rosear de su mano la lluvia seguramente.!caramba! su poncho estaba lleno de sangre salto a la puerta para cortar la ariendas con su cuchillo y la allo entre bierta una alta luna remontaba como las cometas de los niños serranos, suavemente hinchada de viento entonces mirando la choza y la extensión infinita desperto , se estremecio con un largo escalosfrios el indio se habia fugado le abrio al partir las venas con un cuchillo una vena, ya la chicha vertida añadio seguramente un poco de chamico para que el sueño fuera invensible.
En una choza amazónica, aorillas del sonoro ucayali, Jenaro valdivia vio con sorpresa que las prisiones y las balas se acababan. Su fiel servidor, aquel indio convino que tan bien flechaba los monos gordos para convertirlos en manjar blanco manjar exquisito, se marcho, como ellos dicen, a pasear junto dos o tres días de misteriosa excursión por la selva, de donde regresaban con su bondadosa sonrisa domestica, leno de orquídeas sangrientas y de maraposas deslumbradoras del chiquillo .
¡como iba a dejar solo a este hijo de 7 años , que, educado por indios de Loreto, tenia ya vivacidades de salvaje!.
Salio a la orilla del rió y silbo largo rato en vano. En el centro del agua un remolino de burbujas de apareció responderle; pero la empecinada boa no quiso moverse, estaba ahí seguramente durmiendo dirigiendo, en su soledad acuática, el pecari cazado ayer . resignado en fin genaro valdivia cogio el machete y la carabina encerró en la choza a jenarito , a pesar de sus protestas del niño mimado, y lo amonesto severamente:
¡cuidado con salir! Ya regreso. Para consuelo y paz viole al partir una vela y un cartucho de hormigas tostadas que son golosinas de los niños salvaje valdivian no las tenia todas consigo .desde la víspera al sangas un árbol de gaucho le pareció advertir que el tigre le estaba espiando en la espesura . bien conocía los hábitos de la maravillosa bestia de terciopelo , que sigue durmiendo días enteros a su presa y ataca solamente cuando a observado los pasos y agilidad del adversario.
En noches pasadas fumando su cachimba bajo la luna , viera esas dos luces rojas, errantes y alucinantes sobre la ojiva de la tiniebla. Un disparo las dispersa por un momento pero la ronda vuelve , el cauchero, que sueña al aire libre , se dice lanzando bocanadas de humo , con un calosfrio molesto:
“ya esta aquí el tigre esperandome ” . en su canoa , rió abajo, Jenaro pensó que era preferible no alejarse mucho. Recordaba que a dos vueltas del rio hallaria en la “quebradas de las serpientes”, junto a la choza abandonada por los indios witotos huidos del alto guacamayo su admirable y misterioso telegrafo : el manguare. (es un resio tronco oradado con tan estraño arte que , al golpear sus nudos redondos la selva toda resuena a cinco leguas con un rujido.) su servidor le habia enseñado esa clave inalambrica y seguramente algun indio amigo escucharia su mensaje distante; o talvez gutierres el cauchero mas rico de los contornos le despacharia un <
En la solitaria choza el niño empezo a devorar la vela de esperma . en seguida las hormigas tostadas con sabor de empimentado bombom ingles fueron la delicia de un cuarto de hora. La sed empezo a atormentarle energimente queria salir al rio a bañarse en el revalso de la orilla como los niños del pais; jenaro valdivian habia asegurado la carcela de caña con la caparazón de una inmenza tortuga muerta el hercules de 7 años grito en el lenguaje conivoro!yacuraya mama, yacuraya mama! En el rio una frauses tremendas emergieron del agua con un bostezo lento la oscura lñengua en orqueta le bio todavía con molicia la frescura del agua torrencial. Poco a poco el cuerpo de la boa fue surgiendo en la orilla con un suave remolino de hoja tenia 5 metros por lo menos y el color de la oscorrasca . el niño batio palmas y grito alborozado cuando la esplendida bestia vino retozando como un perro domestico pues es en realidad el can y la criada de los niños salvaje. Solo quienes no an vivido en el oriente del peru ignoraran que generosa compañera puede ser si la domestica mabnos habiles. A nadie obedecia como al minusculo tinano jinete de tortugas que le enterraba el puño en las fauces y le raspaba las escamas con una flecha de un coletazo la bestia rampante raspo la concha de la puerta meneandose con garbo de bailarina garpa jenarito grito riendose!upa! la boa lo enrosco en la punta de la cola hasta elevarlo en el techo de la cabaña; pero de pronto volvio la cabeza airada hacia la selva. Se dirigio en vilo como un arbol muerto por sus escamas pasaban un crujido electrico y la cola empezo entonces a latigiar el suelo de la choza con espanto del guacamayo azul que estaba columpiandose en su cadena movil con sus ojos sanjilolentos parecia escuchar,en el profuso clamor de la alvoreda, algun susurro conocido, los monos chillaron.¿en que rincón cercano habia muerto un arbol? . su turba de aves sin abrigo iba buscando otro alero en el vivero de la selva poblada , sobre la rotunda fuga del rio era preciso tener oidos de boa para persivir en tal estruendo el level rasguño de una grras , el tigre la selva dentro de un salto, se agazapo batiendose la cola rabiosamente . como una madre barbara la boa preservo primero al niño derivandole delicadamente en eun rincón polvoriento , la lucha habla como un combate de indios. El felino salto al adversario per sus garras quedo en la red impalpable que hizo crujir las costillas . una garra habia destrozado la lengua serpentina y la bioa adolorida por un minuto enlazo otra ves deshizo el abrazo.un alarido rezono, acabando en un jadeo abrumado. Las sangres salpicaban y ya sola se diviso en el suelo un remolino rojo que fue aquietandose hasta quedar convertido en un chrco de sangre negra .el niño lo habia mirado to con un terror oscuro primero, con alegria de ex`pectador después , seis horas mas tarde, volvio jenaro valdivian y comprendio de una mirada lo pasado abrazo al chiquillo alborozadamente ; `pero enseguida acariciando las fauces muertas de su boa familiar de su criada barbara murmura con ternura:
¡yacuraya mama , pobre yacuraya mama!.
La coca
Fue en vano que jacinto vargas le ofreciera la mas reluente de sus libras de oro peruano . el indio designo el sol declinante sobre una montaña andina:
En la nieve de la cumbre tenia color y chorreras de sangre. Como le bastara la ama tan seguro de su muerte corgio en la alforja algunas hojs de coca las matico en un momento hasta que su sabor amargo le hubi indicado el peligro de seguir adelante . sin mayores comentarios volvio grupas espoliando con el talon desnudo su mula, que trotaba sin ruido por esa branda de la puna.
Cuando jacinto vargas alcanzo al galote tuvo que levantar el latigo para que volviera el indio sumiso gimoteando y mostrando la luna pues dentraba ya la noche se detuvieron a dormir en una rruinada cabaña de la cima.
todo el paisaje desamparado de las laderas de los andes se divisaba desde alli ; su vegetación amarillenta y rala hasta las cumbres , que afianzaban su trinchera de sombras contra los ultimos fuegos de la tarde. Un frio subito bajo de la nieve cuando e l dia sehubo apagado.
Envuelto en su poncho como en una frazada, jacinto vargas se tendio en el suelo a dormir, después de haber atrancado la puerta de la choza .
Pero alas dos de la mañana el frio le hizo tiritar y penso, desesperandose que habia cojido una enfermedad llamo al guia en vano despertar aun indio encogido como una momia obra tan difil que se disponia a buscar en la sombr aquinina cuando noto rosear de su mano la lluvia seguramente.!caramba! su poncho estaba lleno de sangre salto a la puerta para cortar la ariendas con su cuchillo y la allo entre bierta una alta luna remontaba como las cometas de los niños serranos, suavemente hinchada de viento entonces mirando la choza y la extensión infinita desperto , se estremecio con un largo escalosfrios el indio se habia fugado le abrio al partir las venas con un cuchillo una vena, ya la chicha vertida añadio seguramente un poco de chamico para que el sueño fuera invensible.
La coca
La coca
Apenas hubieron llegado a la puna, el guia indígena quiso volver atrás con un temor inexplicable.
Fue en vano que jacinto vargas le ofreciera la mas reluente de sus libras de oro peruano . el indio designo el sol declinante sobre una montaña andina:
En la nieve de la cumbre tenia color y chorreras de sangre. Como le bastara la ama tan seguro de su muerte corgio en la alforja algunas hojs de coca las matico en un momento hasta que su sabor amargo le hubi indicado el peligro de seguir adelante . sin mayores comentarios volvio grupas espoliando con el talon desnudo su mula, que trotaba sin ruido por esa branda de la puna.
Cuando jacinto vargas alcanzo al galote tuvo que levantar el latigo para que volviera el indio sumiso gimoteando y mostrando la luna pues dentraba ya la noche se detuvieron a dormir en una rruinada cabaña de la cima.
todo el paisaje desamparado de las laderas de los andes se divisaba desde alli ; su vegetación amarillenta y rala hasta las cumbres , que afianzaban su trinchera de sombras contra los ultimos fuegos de la tarde. Un frio subito bajo de la nieve cuando e l dia sehubo apagado.
Envuelto en su poncho como en una frazada, jacinto vargas se tendio en el suelo a dormir, después de haber atrancado la puerta de la choza .
Pero alas dos de la mañana el frio le hizo tiritar y penso, desesperandose que habia cojido una enfermedad llamo al guia en vano despertar aun indio encogido como una momia obra tan difil que se disponia a buscar en la sombr aquinina cuando noto rosear de su mano la lluvia seguramente.!caramba! su poncho estaba lleno de sangre salto a la puerta para cortar la ariendas con su cuchillo y la allo entre bierta una alta luna remontaba como las cometas de los niños serranos, suavemente hinchada de viento entonces mirando la choza y la extensión infinita desperto , se estremecio con un largo escalosfrios el indio se habia fugado le abrio al partir las venas con un cuchillo una vena, ya la chicha vertida añadio seguramente un poco de chamico para que el sueño fuera invensible.
Apenas hubieron llegado a la puna, el guia indígena quiso volver atrás con un temor inexplicable.
Fue en vano que jacinto vargas le ofreciera la mas reluente de sus libras de oro peruano . el indio designo el sol declinante sobre una montaña andina:
En la nieve de la cumbre tenia color y chorreras de sangre. Como le bastara la ama tan seguro de su muerte corgio en la alforja algunas hojs de coca las matico en un momento hasta que su sabor amargo le hubi indicado el peligro de seguir adelante . sin mayores comentarios volvio grupas espoliando con el talon desnudo su mula, que trotaba sin ruido por esa branda de la puna.
Cuando jacinto vargas alcanzo al galote tuvo que levantar el latigo para que volviera el indio sumiso gimoteando y mostrando la luna pues dentraba ya la noche se detuvieron a dormir en una rruinada cabaña de la cima.
todo el paisaje desamparado de las laderas de los andes se divisaba desde alli ; su vegetación amarillenta y rala hasta las cumbres , que afianzaban su trinchera de sombras contra los ultimos fuegos de la tarde. Un frio subito bajo de la nieve cuando e l dia sehubo apagado.
Envuelto en su poncho como en una frazada, jacinto vargas se tendio en el suelo a dormir, después de haber atrancado la puerta de la choza .
Pero alas dos de la mañana el frio le hizo tiritar y penso, desesperandose que habia cojido una enfermedad llamo al guia en vano despertar aun indio encogido como una momia obra tan difil que se disponia a buscar en la sombr aquinina cuando noto rosear de su mano la lluvia seguramente.!caramba! su poncho estaba lleno de sangre salto a la puerta para cortar la ariendas con su cuchillo y la allo entre bierta una alta luna remontaba como las cometas de los niños serranos, suavemente hinchada de viento entonces mirando la choza y la extensión infinita desperto , se estremecio con un largo escalosfrios el indio se habia fugado le abrio al partir las venas con un cuchillo una vena, ya la chicha vertida añadio seguramente un poco de chamico para que el sueño fuera invensible.
Amor indígena
Amor indígena
¡Día rudo aquel por ásperas montañas! en las condonadas el rió blanco estrelladose en un bloque inmenso que en siglo atrás rodaba allá bajo por instantes en preciso detener las cabalgaduras en el sendero de un metro , rozando con la pierna roída por las lluvias, cerrado los ojos para no ver el barranco a donde doraron tantos caminantes . Después de una montaña, otra montaña, interminablemente, a lo lejos , las colinas de la puna violeta con sus cactus ejidos en la peña: tres hasta velludas como espejismo de verdura en el páramo . era en la sierra del Perú a dos jornadas de la costa en día soleado mis compañeros un señor feudal de los contornos leguleyo que iban a la capital me repetían en lengua quechua canciones empapadas de tristeza sutil como la puna. Aviemos emprendido la marcha o el alba o no veiemos el poblado esperado. A todos los indios del camino que pasaban con un zurrón al hombro pastoreando su rebaño de llamas le preguntábamos por el remoto caserío ellos se detenían lo mas lejos posible, como incrustándose en la peña saludaban con el fieltro en la mano, siervo de una raza inerven: guisito nomás taita y nuevas montañas y el frió frente, y en la hondonada una osamenta como una extraña abismo al torcer una cuesta los caballos se esponjaron brillosos y su relincho alegre apareció una respuesta a la campanita de la aldehuela próxima, la campanita petulante que se columpiaba en el campanario como un volatinero del azul. El hacendado don Rosendo cabal, saco el revolver un lindo broineg, y disparo por regocijó contra una águila que rodaba en altura vertiginoso. Y alegre y majos espoleando los caballos nerviosos hicimos una entrada sensacional en la plaselueta de caserío, que celebraba la fiesta de su patrona. Hasta hoy nose cual era el padrono de la aldehuela. ¡Santa rosa me valga!.Estaba enamorado: desde la entrada cautivo mis sentidos una india primorosa como las que sedujeron a los conquistadores venia con la menuda procesión cantando yaravíes en su aspirante lengua de brujería le caían de la montera pardas las trenzas sobre los hombros y sus pechos retenido en la garganta por el clásico alfiler rebatado en una cuchara de oro polvo en las sandalias burdas tenían una gracia bíblica.
¡Día rudo aquel por ásperas montañas! en las condonadas el rió blanco estrelladose en un bloque inmenso que en siglo atrás rodaba allá bajo por instantes en preciso detener las cabalgaduras en el sendero de un metro , rozando con la pierna roída por las lluvias, cerrado los ojos para no ver el barranco a donde doraron tantos caminantes . Después de una montaña, otra montaña, interminablemente, a lo lejos , las colinas de la puna violeta con sus cactus ejidos en la peña: tres hasta velludas como espejismo de verdura en el páramo . era en la sierra del Perú a dos jornadas de la costa en día soleado mis compañeros un señor feudal de los contornos leguleyo que iban a la capital me repetían en lengua quechua canciones empapadas de tristeza sutil como la puna. Aviemos emprendido la marcha o el alba o no veiemos el poblado esperado. A todos los indios del camino que pasaban con un zurrón al hombro pastoreando su rebaño de llamas le preguntábamos por el remoto caserío ellos se detenían lo mas lejos posible, como incrustándose en la peña saludaban con el fieltro en la mano, siervo de una raza inerven: guisito nomás taita y nuevas montañas y el frió frente, y en la hondonada una osamenta como una extraña abismo al torcer una cuesta los caballos se esponjaron brillosos y su relincho alegre apareció una respuesta a la campanita de la aldehuela próxima, la campanita petulante que se columpiaba en el campanario como un volatinero del azul. El hacendado don Rosendo cabal, saco el revolver un lindo broineg, y disparo por regocijó contra una águila que rodaba en altura vertiginoso. Y alegre y majos espoleando los caballos nerviosos hicimos una entrada sensacional en la plaselueta de caserío, que celebraba la fiesta de su patrona. Hasta hoy nose cual era el padrono de la aldehuela. ¡Santa rosa me valga!.Estaba enamorado: desde la entrada cautivo mis sentidos una india primorosa como las que sedujeron a los conquistadores venia con la menuda procesión cantando yaravíes en su aspirante lengua de brujería le caían de la montera pardas las trenzas sobre los hombros y sus pechos retenido en la garganta por el clásico alfiler rebatado en una cuchara de oro polvo en las sandalias burdas tenían una gracia bíblica.
La selva de los venenos
La selva de los venenos
Ni yo ni el capitán pudimos aceptar con entusiasmo que se interrumpiera la partida de poker cuando habíamos ganado cinco libras yo estoad era tan sabroso en la monotonía del mar a dos días de todo puerto el juego y la cerveza negra puede consolar pero el ofiacil no retiraba la mano de la gorra excusándose : yan zorri sird
Abajo, cerca de la cala, en el recinto oriente abrea y bacalao , un marinero moribundo hablaba español y pedía gimiendo que buscaran un interprete en el barco por eso el joven oficial se había atrevido a subir hasta el camarote del capitán en que jugábamos les seguí mal humorado por escalera de caracol, hediondas y pegajosas , atravesando corredores en que silbaban inglese bajo los baldes de las duchas , aquí es murmuro el oficial al llegar ala recamara en cuya puerta jugaban dos grumeses a los dados era un camarote oscuro ,olor de aceite brea salada y tabaco ingles . en el camarote apenas alumbrado por la portilla, reposaba un enfermo sobre el colgante lecho de lona . cuando saludo el español se irguió en vilo un perfil amarillento dos manos titubearon para coger la mía estaban sudorosas y temblaban . señor … balbució el enfermo en voz de lagrimas pero cuando supo que era peruano su alegría pareció delirante y como no habia podido hablar en 15 días como era necesario que contara antes de morir a un ser viviente la congoja de su vida amarrada, pero detuvo de la mano para que no escapara y yo se apenas traducir la fiebre de su monologo:
_si señor… soy del callao …que el señor no se valle y me perdone. Me moriré y no molestare mas pero antes de prometerme que llevara esta sortija a mi madre y este retrato de chiquillo, y este paquete cerrado le voy a cansa señor… dispense…muchas gracias ¡por que me fui a Iquitos!
Hacer fortuna como tantos no vayas señor, nunca, ¡el señor no conoce la selva virgen!
¡hay y si, ya le han hablado de ese infierno, la primera vez cuando la gente llego<>
Ni yo ni el capitán pudimos aceptar con entusiasmo que se interrumpiera la partida de poker cuando habíamos ganado cinco libras yo estoad era tan sabroso en la monotonía del mar a dos días de todo puerto el juego y la cerveza negra puede consolar pero el ofiacil no retiraba la mano de la gorra excusándose : yan zorri sird
Abajo, cerca de la cala, en el recinto oriente abrea y bacalao , un marinero moribundo hablaba español y pedía gimiendo que buscaran un interprete en el barco por eso el joven oficial se había atrevido a subir hasta el camarote del capitán en que jugábamos les seguí mal humorado por escalera de caracol, hediondas y pegajosas , atravesando corredores en que silbaban inglese bajo los baldes de las duchas , aquí es murmuro el oficial al llegar ala recamara en cuya puerta jugaban dos grumeses a los dados era un camarote oscuro ,olor de aceite brea salada y tabaco ingles . en el camarote apenas alumbrado por la portilla, reposaba un enfermo sobre el colgante lecho de lona . cuando saludo el español se irguió en vilo un perfil amarillento dos manos titubearon para coger la mía estaban sudorosas y temblaban . señor … balbució el enfermo en voz de lagrimas pero cuando supo que era peruano su alegría pareció delirante y como no habia podido hablar en 15 días como era necesario que contara antes de morir a un ser viviente la congoja de su vida amarrada, pero detuvo de la mano para que no escapara y yo se apenas traducir la fiebre de su monologo:
_si señor… soy del callao …que el señor no se valle y me perdone. Me moriré y no molestare mas pero antes de prometerme que llevara esta sortija a mi madre y este retrato de chiquillo, y este paquete cerrado le voy a cansa señor… dispense…muchas gracias ¡por que me fui a Iquitos!
Hacer fortuna como tantos no vayas señor, nunca, ¡el señor no conoce la selva virgen!
¡hay y si, ya le han hablado de ese infierno, la primera vez cuando la gente llego<>
Los cerdos flacos
Los cerdos flacos
losComo la vieja se quejaba con un ronquido estridente en su jergón de paja sobre el lecho de tierra endurecida, Asunción quispe quiso probar el remedio heroico tomo en dos manos en dos vasos en un cincos rebosante de aguardiente y empezó a verterlo en los labios de la moribunda que le agitaron relamiéndose, el cañazo lo cura todo en la sierra de Perú . pero esta vez solo sirvió para tranquilizar una agonía no lloro pero así en la reunión de sus parientes en compás de quenas y danzas sollozando con el porongo en las manos en el curso de la larga ceremonia del funeral como sus padres y abuelos desde los tiempos y memorias por el momento era preciso buscar al cura, al taita cura que dispusiera el entierro se iba al infierno directamente, el infierno era un país de nieves sin alcohol y de llamas premilitares donde se trabaja el santo día bajo el látigo de un alcalde negro al taita cura era presico hablarme con buenas razones en el fondo del muñeco tejido de colores que sirve a los indios le quedaba Asunción quispe algunos soles de plata ,empeñados ya por la humedad de la sierra , casi negros. Calculo contacto con los dedos.entonces se decido atar con un ronzal a sus dos cerdos rosas que estaban rozando la tierra eran el único bien que le quedaban.!en donde estaría el señor cura!los vecinos dijeron que se marcharan temprano para festejar un naciendo en la cima de los andes, juntó ala cruz de hierro de santa cristo un yaciendo puede durar tres días segunda la cantidad de alcohol de los vecinos. Era mejor salir al entierro del taita cura llevando al muerto dos compadres enlazados la litera en que transportar al finado iba atrás asuncio quispe tirando de los cerdos el camino tallado en la montaña suvisavame en la causa de la nieve de la alta sierra en que se descuajaba la tierra de curso puntiagudo nadie sino que algún rebaño de llamas y ínter sentaba la ruta todas las cumbres blancas tenias una Ayala de alas negras: los cóndores atentos de la presa posible en el fondo del valle desamparado cuando raciaba el viento de los tres amigos se detenían a cobrar
losComo la vieja se quejaba con un ronquido estridente en su jergón de paja sobre el lecho de tierra endurecida, Asunción quispe quiso probar el remedio heroico tomo en dos manos en dos vasos en un cincos rebosante de aguardiente y empezó a verterlo en los labios de la moribunda que le agitaron relamiéndose, el cañazo lo cura todo en la sierra de Perú . pero esta vez solo sirvió para tranquilizar una agonía no lloro pero así en la reunión de sus parientes en compás de quenas y danzas sollozando con el porongo en las manos en el curso de la larga ceremonia del funeral como sus padres y abuelos desde los tiempos y memorias por el momento era preciso buscar al cura, al taita cura que dispusiera el entierro se iba al infierno directamente, el infierno era un país de nieves sin alcohol y de llamas premilitares donde se trabaja el santo día bajo el látigo de un alcalde negro al taita cura era presico hablarme con buenas razones en el fondo del muñeco tejido de colores que sirve a los indios le quedaba Asunción quispe algunos soles de plata ,empeñados ya por la humedad de la sierra , casi negros. Calculo contacto con los dedos.entonces se decido atar con un ronzal a sus dos cerdos rosas que estaban rozando la tierra eran el único bien que le quedaban.!en donde estaría el señor cura!los vecinos dijeron que se marcharan temprano para festejar un naciendo en la cima de los andes, juntó ala cruz de hierro de santa cristo un yaciendo puede durar tres días segunda la cantidad de alcohol de los vecinos. Era mejor salir al entierro del taita cura llevando al muerto dos compadres enlazados la litera en que transportar al finado iba atrás asuncio quispe tirando de los cerdos el camino tallado en la montaña suvisavame en la causa de la nieve de la alta sierra en que se descuajaba la tierra de curso puntiagudo nadie sino que algún rebaño de llamas y ínter sentaba la ruta todas las cumbres blancas tenias una Ayala de alas negras: los cóndores atentos de la presa posible en el fondo del valle desamparado cuando raciaba el viento de los tres amigos se detenían a cobrar
Te Amo
Te Amo
Te amo
Te amo de una manera inexplicable.
De una forma inconfesable.
De un modo contradictorio.
Te amo
Con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
Por lo que ya sabes,
El tiempo.
La vida.
La muerte.
Te amo
con el mundo que no entiendo.
Con la gente que no comprende.
Con la ambivalencia de mi alma.
Con la incoherencia de mis actos,
Con la fatalidad del destino.
Con la conspiración del deseo.
Con la ambigüedad de los hechos.
Aún cuando te digo que no te amo, te amo.
Hasta cuando te engaño, no te engaño.
En el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte... mejor.
Pues, aunque no lo creas, mi piel
extraña enormemente
la ausencia de tu piel.
Te amo.
Sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente,
espontáneamente,
involuntariamente,
por instinto,
por impulso,
irracionalmente.
En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mi.
Te amo.
Te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.
Te amo
incomprensiblemente.
Sin preguntarme, por qué te amo.
Sin importarme por qué te amo.
Sin cuestionarme por qué te amo.
Te amo
sencillamente porque te amo.
Yo mismo no se por qué te amo.
te estraño
Decirte que te amo se me queda pequeño, alguien debería inventar nuevas palabras para definir mis sentimientos de entrega, de devoción, de admiración, de necesitarte cada segundo.
Eso siento y más.
Te digo que te amo, pero ya lo sabes, quizás de tanto repetírtelo se desvirtúan las palabras, pero no, cada vez que te lo digo es porque mi amor por ti ha aumentado.
Quiero que lo sepas, no te amo en pasado, no te amo en presente, ni te amo en futuro, es un amor sin tiempo, tampoco tiene distancias, es simplemente amor puro, cargado de ilusiones, lleno de promesas que no deben cumplirse porque ya se cumplieron todas al conocerte.
Te amo, como dos palabras que forman una sonrisa en tus labios, como dos cielos llenos de colores reflejados en tus ojos, como dos palabras infinitas que no deben dejar de sentirse.
Amarte en realidad es un premio, desconozco si te merezco, al menos lucho por merecerte, pero es un premio, es un regalo que cualquier persona debería recibir, pero que sólo tengo yo.
Por dejarme amarte te doy las gracias y te ofrezco mil años de amor que condenso en este beso que te entrego desde el fondo de mi mismo.
histria de un amor imposible
histroia de amor
Mi historia empieza así. Hace algunos meses, en una fiesta de un amigo, un chico con quien habíamos entablado una bonita amistad me propuso ser su novia. Yo le acepte a pesar de que en ese momento tenia novio, pero por el otro chico había empezado a sentir muchas cosas. Pasábamos la mayor parte del tiempo juntos y realmente disfrutaba su presencia, así que no dude en terminar con la otra historia para estar con él.
Los días que pasábamos juntos me hicieron realmente feliz, pero duró poco. Recuerdo muy bien que en ese momento en mi hogar había varios problemas y yo no me encontraba de lo mejor, pero el decidió aquella vez que era mejor cortar con esa relación porque el tenia algunos miedos. Me había contado que días antes recibió unas llamadas de varias chicas y eso fue lo que le puso así y pensó que era mejor no lastimarme, pero igual me fallo.
Días después me entere que estaba con otra chica. Sentí que el mundo se me caía y cada vez que tenía que verlos juntos, porque estamos en la misma universidad, mi corazón se destrozaba, pues yo nunca dejé de sentir algo por él y por esa misma razón seguíamos viéndonos y compartiendo tantas cosas juntos como cuando fuimos novios.
El tiempo paso así y yo me convertía en la persona al que él llamaba o visitaba después de ver a su novia. Teníamos una relación extraña porque cuando nos veíamos terminábamos entre besos abrazos y confesando nuestros sentimientos.
Una ocasión me pidió que me casara con el pero yo no me sentí lista. No podía ni entender que relación llevábamos y no pude responder a su propuesta. Sé que se sintió muy mal porque él me ofrecía su vida y no fui capaz de aceptarlo. Después de eso sabía que no tendría ningún derecho para después pedirle que hiciera algo por mí. Sin embargo, seguíamos juntos de alguna manera y lo que yo sentía o, mejor dicho, siento cada vez es mas fuerte.
Pero sucedió algo. El continúa con su novia y yo ya no pude soportar. Eso para mí era terrible cada vez que los veía y fingir que no me importaba pero en realidad solo mi corazón sabe lo que sufre y todo lo que ha llorado, así que decidí ser fuerte y alejarme. Le dije que el tenia una vida y que yo debería hacer lo mismo y continuar aunque en el momento que mencionaba cada una de esas palabras no era el corazón quien me guiaba, porque sé que él es el hombre que amo y con quien quiero estar la vida entera pero ya está. Se lo dije y estoy sufriendo mas porque no se cuanto tiempo podre mantener mi decisión si cada segundo que pasa me hace falta y pienso en buscarlo y decirle que no puedo dejarlo.
Los días que pasábamos juntos me hicieron realmente feliz, pero duró poco. Recuerdo muy bien que en ese momento en mi hogar había varios problemas y yo no me encontraba de lo mejor, pero el decidió aquella vez que era mejor cortar con esa relación porque el tenia algunos miedos. Me había contado que días antes recibió unas llamadas de varias chicas y eso fue lo que le puso así y pensó que era mejor no lastimarme, pero igual me fallo.
Días después me entere que estaba con otra chica. Sentí que el mundo se me caía y cada vez que tenía que verlos juntos, porque estamos en la misma universidad, mi corazón se destrozaba, pues yo nunca dejé de sentir algo por él y por esa misma razón seguíamos viéndonos y compartiendo tantas cosas juntos como cuando fuimos novios.
El tiempo paso así y yo me convertía en la persona al que él llamaba o visitaba después de ver a su novia. Teníamos una relación extraña porque cuando nos veíamos terminábamos entre besos abrazos y confesando nuestros sentimientos.
Una ocasión me pidió que me casara con el pero yo no me sentí lista. No podía ni entender que relación llevábamos y no pude responder a su propuesta. Sé que se sintió muy mal porque él me ofrecía su vida y no fui capaz de aceptarlo. Después de eso sabía que no tendría ningún derecho para después pedirle que hiciera algo por mí. Sin embargo, seguíamos juntos de alguna manera y lo que yo sentía o, mejor dicho, siento cada vez es mas fuerte.
Pero sucedió algo. El continúa con su novia y yo ya no pude soportar. Eso para mí era terrible cada vez que los veía y fingir que no me importaba pero en realidad solo mi corazón sabe lo que sufre y todo lo que ha llorado, así que decidí ser fuerte y alejarme. Le dije que el tenia una vida y que yo debería hacer lo mismo y continuar aunque en el momento que mencionaba cada una de esas palabras no era el corazón quien me guiaba, porque sé que él es el hombre que amo y con quien quiero estar la vida entera pero ya está. Se lo dije y estoy sufriendo mas porque no se cuanto tiempo podre mantener mi decisión si cada segundo que pasa me hace falta y pienso en buscarlo y decirle que no puedo dejarlo.
casos de amor
Mi nombre es Carola Cosme Ruiz, voy a cumplir 27 años el próximo mes de noviembre y aún no puedo creer lo que me está ocurriendo. Mi historia retrocede al 2003, época en la que mi tiempo libre para sacar un dinero extra dedicaba a hacer encuestas en la calle de registro de datos. Un caluroso día de verano, mi ruta comenzaba en Marbella; tras intentar entre millares de transeúntes un mínimo de atención, que resultó fallida, decidí probar en el paseo a pesar de las altas temperaturas y la duda de que allí donde los chiringuitos acaparan la máxima atención, pudieran dedicarme a mi alguna.
Pero para mi sorpresa el destino me preparaba una buena. Tras comprobar que efectivamente el caso en el paseo era omiso, decidí pararme en concreto en un puesto de los del paseo. Sentí que debía intentarlo allí. Un joven argentino que atendía al nombre de Carlos, finalmente me atendió. Comencé a hacerle preguntas de la encuesta que me empezaban a resultar de lo mas incoherentes. Fue entonces cuando vi algo en su mirada, algo me dijo que conocería a aquel muchacho, había alguna razón. Entonces en esa efímera conversación, él comentó que andaba buscando una guitarra que comprar y entonces....nació un pequeño "hilito" que fue lo que nos unió.
Curiosamente yo contaba con un par de guitarras desgastadas y viejas en el trastero y se las ofrecí, intercambiando así nuestros números hasta la visita para hacer el trueque. Tras aquellos minutos de charla, en mi cabeza había algo, era como si su mirada atravesara mi mente y sentí que había algo nuevo. Viví con ilusión el momento del encuentro, sentía una viveza por charlar con aquel chico otra vez y realmente no sabía por qué, ya que no le conocía de nada. Llegó el momento esperado y yo, como mi guitarra ruinosa, andaba esperando en las puertas de un famoso centro comercial en el centro de Málaga. Él debía venir desde Marbella en autobús. A pesar de que pasaron muchos minutos desde la hora fijada, nunca perdí al esperanza y no me moví del lugar, algo me decía que él vendría. Entonces apareció, el autobús se había retrasado un poco, pero finalmente allí estaba. Volví a sentir algo extraño, pero era a la vez una sensación buena.
Compramos unas cuerdas para la guitarra olvidada y él comenzó a darle vida con su maravillosa voz. Paseamos por el puerto de Málaga, empezamos a conocernos, a oir nuestra voz interior. Así pasaron los dÌas, las semanas y sin darme cuenta me enamoré de él... era tan especial. Vivimos un bonito romance. Pero todo se truncó cuando él cayó enfermo, y decidió volver a Argentina pero dejando todo aquí con la idea del volver. Sólo tenía su número de su domicilio en Marbella y una dirección borrosa de email que me escribió.
Pero para mi sorpresa el destino me preparaba una buena. Tras comprobar que efectivamente el caso en el paseo era omiso, decidí pararme en concreto en un puesto de los del paseo. Sentí que debía intentarlo allí. Un joven argentino que atendía al nombre de Carlos, finalmente me atendió. Comencé a hacerle preguntas de la encuesta que me empezaban a resultar de lo mas incoherentes. Fue entonces cuando vi algo en su mirada, algo me dijo que conocería a aquel muchacho, había alguna razón. Entonces en esa efímera conversación, él comentó que andaba buscando una guitarra que comprar y entonces....nació un pequeño "hilito" que fue lo que nos unió.
Curiosamente yo contaba con un par de guitarras desgastadas y viejas en el trastero y se las ofrecí, intercambiando así nuestros números hasta la visita para hacer el trueque. Tras aquellos minutos de charla, en mi cabeza había algo, era como si su mirada atravesara mi mente y sentí que había algo nuevo. Viví con ilusión el momento del encuentro, sentía una viveza por charlar con aquel chico otra vez y realmente no sabía por qué, ya que no le conocía de nada. Llegó el momento esperado y yo, como mi guitarra ruinosa, andaba esperando en las puertas de un famoso centro comercial en el centro de Málaga. Él debía venir desde Marbella en autobús. A pesar de que pasaron muchos minutos desde la hora fijada, nunca perdí al esperanza y no me moví del lugar, algo me decía que él vendría. Entonces apareció, el autobús se había retrasado un poco, pero finalmente allí estaba. Volví a sentir algo extraño, pero era a la vez una sensación buena.
Compramos unas cuerdas para la guitarra olvidada y él comenzó a darle vida con su maravillosa voz. Paseamos por el puerto de Málaga, empezamos a conocernos, a oir nuestra voz interior. Así pasaron los dÌas, las semanas y sin darme cuenta me enamoré de él... era tan especial. Vivimos un bonito romance. Pero todo se truncó cuando él cayó enfermo, y decidió volver a Argentina pero dejando todo aquí con la idea del volver. Sólo tenía su número de su domicilio en Marbella y una dirección borrosa de email que me escribió.
hola
La plaza era del tamaño de un campo de fútbol más que mediano. Allí se habría podido jugar un partido si no fuera porque, justo en el centro, sobre un pedestal cuadrado, se elevaba una columna de piedra, redonda, lisa, sin capitel ni función aparente. Cuando la vio, se acordó de los rollos de los viejos pueblos españoles, a veces también redondos, lisos, elevados siempre sobre un pedestal, que se usaban para atar a los reos condenados a sufrir tormento en público. "¿Y por qué no?", se dijo luego, si esto es Colombia... Desde hacía un buen rato tenía la sensación de estar en otro planeta, pero no, estaba en Colombia, en un pueblo diminuto, de una isla diminuta, de un diminuto archipiélago del mar Caribe, frente a Cartagena de Indias. Y, sin embargo, había encontrado una puerta hacia otro mundo, y lo había logrado por pura casualidad.
Sólo dos personas más de su grupo se habían apuntado con ella a la excursión. Los demás habían preferido apurar el fin de semana en un hotel de lujo que su empresa les había ofrecido como recompensa después de la firma de la fusión, que en realidad había sido una absorción y, más en realidad aún, un robo a mano armada, aunque eso no se podía decir en voz alta. Pero todos los hoteles de lujo se parecen, y ella no sabía si volvería a estar en el Caribe alguna vez. Por eso decidió subirse en el barquito que hace el trayecto entre Cartagena y las islas del Rosario. No era una gran aventura, sino una atracción turística, pero ella tampoco era una gran viajera amante del riesgo, por cierto.
Al llegar a la isla, el guía les mostró la versión reducida de hotel de lujo donde comerían, y les pidió que eligieran por adelantado el menú y el turno de la comida. Se apuntó al segundo antes de que la pareja que la había acompañado eligiera el primero, y aunque se fueron los tres juntos a la playa, ella todavía estaba nadando cuando les vio acomodarse en una tumbona para pedir dos mojitos. "Voy a darme una vuelta", les anunció después de secarse, y antes de terminar la frase ya le había caído encima una docena de vendedores de collares.
Denis también vendía collares, pero era distinto de los demás. Iba solo, a su aire, y cuando la vio adentrarse por un sendero que desembocaba abruptamente en un manglar, esperó a que ella hablara primero. "Por aquí no se va a ninguna parte, ¿verdad?". Él sonrió con los dientes blanquísimos y negó con la cabeza. "¿Y qué se puede ver aquí?". "La playa, la otra playa, el acuario que está en la isla de al lado...". "No", dijo ella, y entonces se le ocurrió. "¿Y el pueblo?". Él se echó a reír: "¿Qué pueblo?". "Pues el tuyo, ¿o no? ¿Tú vives aquí?". "Sí, pero el pueblo... Aquí nadie nos pide nunca que le llevemos allí". "Yo sí", dijo ella. "Si me llevas, te compraré collares". Él sonrió y echó a andar por un sendero abierto entre los manglares.
Así había llegado hasta aquella plaza rodeada de casas de madera pintadas de colores, alrededor de una columna extrañísima elevada sobre un pedestal. Sólo había un edificio más grande, que servía de salón de baile y de iglesia, nunca a la vez. Los domingos, cuando llegaba el barco del cura, los vecinos dejaban caer un telón pintado con un portal de Belén sobre la pared del fondo, que el mismo artista había decorado con unas palmeras, una playa nocturna, un barco a lo lejos y dos tremendas mulatas en primer plano. Enfrente había una barra, y una señora encantadora la abrió para servirles. Denis pidió una cerveza, y ella, una coca-cola. "Uy, lo siento, pero aquí no tenemos Coca-Cola". No se lo podía creer, y lo dijo en voz alta, pero ni Denis ni su vecina se inmutaron. "¿Otra cervecita entonces?".
Sacaron al porche unas sillas de plástico, y entonces sucedió. "Yo podría vivir aquí", se dijo ella. "Yo sería feliz aquí, viviendo en cualquiera de estas casas, y un día me asomaría al porche para mirar a alguna turista loca que llegara de repente, y ya no me acordaría de mí, de lo que soy ahora, porque viviría aquí, en el centro de esta extraña, de esta conmovedora armonía". Eso fue lo que sintió, una especie de paz profunda e instantánea que nacía allí, en el centro de aquella plaza absurda, para inundarla como una marea benefactora, narcótica, un equilibrio perfecto, un silencio tan equilibrado como la música. No sabía por qué, no sabía qué era lo que le estaba pasando, por qué le estaba pasando, pero si alguna vez alguien ha podido enamorarse de un lugar, enamorarse de verdad, caer fulminado de amor mucho más allá del terreno de las metáforas, ese alguien había sido ella, y ese lugar era aquél.
Denis se terminó la cerveza y la encestó en una papelera. "Tenemos que irnos", dijo, "si no, se va a quedar sin comer". Ella no se movió durante un segundo, quizá dos. Después miró a su alrededor por última vez, se levantó y fue tras él.
Al llegar a la isla, el guía les mostró la versión reducida de hotel de lujo donde comerían, y les pidió que eligieran por adelantado el menú y el turno de la comida. Se apuntó al segundo antes de que la pareja que la había acompañado eligiera el primero, y aunque se fueron los tres juntos a la playa, ella todavía estaba nadando cuando les vio acomodarse en una tumbona para pedir dos mojitos. "Voy a darme una vuelta", les anunció después de secarse, y antes de terminar la frase ya le había caído encima una docena de vendedores de collares.
Denis también vendía collares, pero era distinto de los demás. Iba solo, a su aire, y cuando la vio adentrarse por un sendero que desembocaba abruptamente en un manglar, esperó a que ella hablara primero. "Por aquí no se va a ninguna parte, ¿verdad?". Él sonrió con los dientes blanquísimos y negó con la cabeza. "¿Y qué se puede ver aquí?". "La playa, la otra playa, el acuario que está en la isla de al lado...". "No", dijo ella, y entonces se le ocurrió. "¿Y el pueblo?". Él se echó a reír: "¿Qué pueblo?". "Pues el tuyo, ¿o no? ¿Tú vives aquí?". "Sí, pero el pueblo... Aquí nadie nos pide nunca que le llevemos allí". "Yo sí", dijo ella. "Si me llevas, te compraré collares". Él sonrió y echó a andar por un sendero abierto entre los manglares.
Así había llegado hasta aquella plaza rodeada de casas de madera pintadas de colores, alrededor de una columna extrañísima elevada sobre un pedestal. Sólo había un edificio más grande, que servía de salón de baile y de iglesia, nunca a la vez. Los domingos, cuando llegaba el barco del cura, los vecinos dejaban caer un telón pintado con un portal de Belén sobre la pared del fondo, que el mismo artista había decorado con unas palmeras, una playa nocturna, un barco a lo lejos y dos tremendas mulatas en primer plano. Enfrente había una barra, y una señora encantadora la abrió para servirles. Denis pidió una cerveza, y ella, una coca-cola. "Uy, lo siento, pero aquí no tenemos Coca-Cola". No se lo podía creer, y lo dijo en voz alta, pero ni Denis ni su vecina se inmutaron. "¿Otra cervecita entonces?".
Sacaron al porche unas sillas de plástico, y entonces sucedió. "Yo podría vivir aquí", se dijo ella. "Yo sería feliz aquí, viviendo en cualquiera de estas casas, y un día me asomaría al porche para mirar a alguna turista loca que llegara de repente, y ya no me acordaría de mí, de lo que soy ahora, porque viviría aquí, en el centro de esta extraña, de esta conmovedora armonía". Eso fue lo que sintió, una especie de paz profunda e instantánea que nacía allí, en el centro de aquella plaza absurda, para inundarla como una marea benefactora, narcótica, un equilibrio perfecto, un silencio tan equilibrado como la música. No sabía por qué, no sabía qué era lo que le estaba pasando, por qué le estaba pasando, pero si alguna vez alguien ha podido enamorarse de un lugar, enamorarse de verdad, caer fulminado de amor mucho más allá del terreno de las metáforas, ese alguien había sido ella, y ese lugar era aquél.
Denis se terminó la cerveza y la encestó en una papelera. "Tenemos que irnos", dijo, "si no, se va a quedar sin comer". Ella no se movió durante un segundo, quizá dos. Después miró a su alrededor por última vez, se levantó y fue tras él.
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