Mi nombre es Carola Cosme Ruiz, voy a cumplir 27 años el próximo mes de noviembre y aún no puedo creer lo que me está ocurriendo. Mi historia retrocede al 2003, época en la que mi tiempo libre para sacar un dinero extra dedicaba a hacer encuestas en la calle de registro de datos. Un caluroso día de verano, mi ruta comenzaba en Marbella; tras intentar entre millares de transeúntes un mínimo de atención, que resultó fallida, decidí probar en el paseo a pesar de las altas temperaturas y la duda de que allí donde los chiringuitos acaparan la máxima atención, pudieran dedicarme a mi alguna.
Pero para mi sorpresa el destino me preparaba una buena. Tras comprobar que efectivamente el caso en el paseo era omiso, decidí pararme en concreto en un puesto de los del paseo. Sentí que debía intentarlo allí. Un joven argentino que atendía al nombre de Carlos, finalmente me atendió. Comencé a hacerle preguntas de la encuesta que me empezaban a resultar de lo mas incoherentes. Fue entonces cuando vi algo en su mirada, algo me dijo que conocería a aquel muchacho, había alguna razón. Entonces en esa efímera conversación, él comentó que andaba buscando una guitarra que comprar y entonces....nació un pequeño "hilito" que fue lo que nos unió.
Curiosamente yo contaba con un par de guitarras desgastadas y viejas en el trastero y se las ofrecí, intercambiando así nuestros números hasta la visita para hacer el trueque. Tras aquellos minutos de charla, en mi cabeza había algo, era como si su mirada atravesara mi mente y sentí que había algo nuevo. Viví con ilusión el momento del encuentro, sentía una viveza por charlar con aquel chico otra vez y realmente no sabía por qué, ya que no le conocía de nada. Llegó el momento esperado y yo, como mi guitarra ruinosa, andaba esperando en las puertas de un famoso centro comercial en el centro de Málaga. Él debía venir desde Marbella en autobús. A pesar de que pasaron muchos minutos desde la hora fijada, nunca perdí al esperanza y no me moví del lugar, algo me decía que él vendría. Entonces apareció, el autobús se había retrasado un poco, pero finalmente allí estaba. Volví a sentir algo extraño, pero era a la vez una sensación buena.
Compramos unas cuerdas para la guitarra olvidada y él comenzó a darle vida con su maravillosa voz. Paseamos por el puerto de Málaga, empezamos a conocernos, a oir nuestra voz interior. Así pasaron los dÌas, las semanas y sin darme cuenta me enamoré de él... era tan especial. Vivimos un bonito romance. Pero todo se truncó cuando él cayó enfermo, y decidió volver a Argentina pero dejando todo aquí con la idea del volver. Sólo tenía su número de su domicilio en Marbella y una dirección borrosa de email que me escribió.
Pero para mi sorpresa el destino me preparaba una buena. Tras comprobar que efectivamente el caso en el paseo era omiso, decidí pararme en concreto en un puesto de los del paseo. Sentí que debía intentarlo allí. Un joven argentino que atendía al nombre de Carlos, finalmente me atendió. Comencé a hacerle preguntas de la encuesta que me empezaban a resultar de lo mas incoherentes. Fue entonces cuando vi algo en su mirada, algo me dijo que conocería a aquel muchacho, había alguna razón. Entonces en esa efímera conversación, él comentó que andaba buscando una guitarra que comprar y entonces....nació un pequeño "hilito" que fue lo que nos unió.
Curiosamente yo contaba con un par de guitarras desgastadas y viejas en el trastero y se las ofrecí, intercambiando así nuestros números hasta la visita para hacer el trueque. Tras aquellos minutos de charla, en mi cabeza había algo, era como si su mirada atravesara mi mente y sentí que había algo nuevo. Viví con ilusión el momento del encuentro, sentía una viveza por charlar con aquel chico otra vez y realmente no sabía por qué, ya que no le conocía de nada. Llegó el momento esperado y yo, como mi guitarra ruinosa, andaba esperando en las puertas de un famoso centro comercial en el centro de Málaga. Él debía venir desde Marbella en autobús. A pesar de que pasaron muchos minutos desde la hora fijada, nunca perdí al esperanza y no me moví del lugar, algo me decía que él vendría. Entonces apareció, el autobús se había retrasado un poco, pero finalmente allí estaba. Volví a sentir algo extraño, pero era a la vez una sensación buena.
Compramos unas cuerdas para la guitarra olvidada y él comenzó a darle vida con su maravillosa voz. Paseamos por el puerto de Málaga, empezamos a conocernos, a oir nuestra voz interior. Así pasaron los dÌas, las semanas y sin darme cuenta me enamoré de él... era tan especial. Vivimos un bonito romance. Pero todo se truncó cuando él cayó enfermo, y decidió volver a Argentina pero dejando todo aquí con la idea del volver. Sólo tenía su número de su domicilio en Marbella y una dirección borrosa de email que me escribió.
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