jueves, 30 de octubre de 2008

Los cerdos flacos


Los cerdos flacos
losComo la vieja se quejaba con un ronquido estridente en su jergón de paja sobre el lecho de tierra endurecida, Asunción quispe quiso probar el remedio heroico tomo en dos manos en dos vasos en un cincos rebosante de aguardiente y empezó a verterlo en los labios de la moribunda que le agitaron relamiéndose, el cañazo lo cura todo en la sierra de Perú . pero esta vez solo sirvió para tranquilizar una agonía no lloro pero así en la reunión de sus parientes en compás de quenas y danzas sollozando con el porongo en las manos en el curso de la larga ceremonia del funeral como sus padres y abuelos desde los tiempos y memorias por el momento era preciso buscar al cura, al taita cura que dispusiera el entierro se iba al infierno directamente, el infierno era un país de nieves sin alcohol y de llamas premilitares donde se trabaja el santo día bajo el látigo de un alcalde negro al taita cura era presico hablarme con buenas razones en el fondo del muñeco tejido de colores que sirve a los indios le quedaba Asunción quispe algunos soles de plata ,empeñados ya por la humedad de la sierra , casi negros. Calculo contacto con los dedos.entonces se decido atar con un ronzal a sus dos cerdos rosas que estaban rozando la tierra eran el único bien que le quedaban.!en donde estaría el señor cura!los vecinos dijeron que se marcharan temprano para festejar un naciendo en la cima de los andes, juntó ala cruz de hierro de santa cristo un yaciendo puede durar tres días segunda la cantidad de alcohol de los vecinos. Era mejor salir al entierro del taita cura llevando al muerto dos compadres enlazados la litera en que transportar al finado iba atrás asuncio quispe tirando de los cerdos el camino tallado en la montaña suvisavame en la causa de la nieve de la alta sierra en que se descuajaba la tierra de curso puntiagudo nadie sino que algún rebaño de llamas y ínter sentaba la ruta todas las cumbres blancas tenias una Ayala de alas negras: los cóndores atentos de la presa posible en el fondo del valle desamparado cuando raciaba el viento de los tres amigos se detenían a cobrar

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